Llevamos vidas muy ocupadas. Trabajamos duro para ganarnos la vida, mientras construimos un sentido de familia y hogar. Dedicamos tiempo a cultivar amistades y a disfrutar de nuestros pasatiempos. Sin embargo, con demasiada frecuencia nos apresuramos a encajar en nuestras vidas tanto como para que nos perdamos de cómo nos sentimos en el momento: ser conscientes de nosotros mismos y estar presentes cuando pasamos tiempo con las personas que nos importan.
¿Nos damos cuenta al despertarnos en un día de trabajo de si nos sentimos descansados o de si saboreamos el aroma del café recién hecho para empezar el día? Al salir para el trabajo, ¿percibimos la frescura del otoño en el aire matutino y apreciamos el cambio de estación? Cuando comemos con nuestros amigos o familiares, ¿nos fijamos en los pequeños detalles, como las arrugas que se forman al reír?
La atención plena es la práctica de enfocar la atención en el momento presente, con un propósito. Es la práctica de aceptar el momento tal como es y vivirlo sin juzgarlo. Puede ser una gran herramienta para desestresarse y mejorar la felicidad general.
Así que disfruta de los placeres de la vida a medida que surgen y dedícate plenamente a las actividades que te traen alegría. Deja el celular en casa, reúne a tu familia y amigos y salgan a caminar por el parque, tómense de la mano, conéctense con el mundo en el que viven; vivan el momento. Deja a un lado las preocupaciones y las distracciones; no pertenecen a estos momentos de atención plena. Respira profundamente la perfección del ahora, en este instante. Participa plenamente en tu vida e invierte en ti mismo, y serás recompensado con una vida diaria más plena y significativa.
Porque no es lo que tenemos en la vida, sino a quién tenemos en nuestra vida lo que importa.